martes, 23 de diciembre de 2014

2014


Año montaña rusa
Ahora sube, ahora baja estrepitosamente
El estómago en la garganta
La velocidad alcanzada hace que las lágrimas salten de los ojos
Una solución salina que brota del globo ocular
No es llanto, es solo un hecho físico que envalentona a las otras
a las que sí lo son
y lloran entonces felicidad, angustia, dicha, melancolía

Año de letras por doquier
de libros, armas, guerras inútiles
Talibanes explotaron en mi casa y resultó que no era mi casa
un germano psicótico y homónimo me la rentó temporalmente para burlarse de mí
y encontrándose en el camino con falsos predicadores del optimismo idiota,
le resultó tan fácil la tarea, que se burló, y se burló, y se burló
Volví entonces a la nomadía, como los caracoles.
La casartistica al exilio nuevamente

Año roto y reparado
agredido, inflamado, calmado y nunca calmo
Aprender a manejar al cuerpo como objeto inanimado
Titiritero en la ruptura, injerto de uno mismo
Esqueje que brota del dolor articular y flexiona sudor y lágrimas
La vista no llega a distinguir claro el camino;
el cristal nunca es el que corresponde
La máquina comienza a mostrar su inevitable desgaste

Año en equilibrio precario
Siempre a punto de desbarrancarse
La balanza estabilizada en su centro gravitacional
Los platos flotan sin sacarse milímetro de ventaja;
El uno luce orgulloso todas sus  mierdas
y gruñe en los rincones
El otro en cambio resplandece su vergüenza áurea
y sonríe satisfecho su deber cumplido

Año sobrevaluado y devaluado a la vez
Números en rojo, siempre en rojo
agachar el lomo como las mulas
y a lo sumo lograr teñirlos al  naranja, jamás al verde
la elección de vida no acompaña la cromática numérica
La creación dá siempre positivo en el balance
y sonrio, y rio, y estallo en carcajadas y nada importan entonces  los números
las letras en azul es todo lo que necesito  para respirar este aire siempre tan celeste

Año dentro de años,
días dentro de días, obras dentro de obras, vidas dentro de vidas
Asesino serial jubilado, síndrome de Estocolmo roto
Odiar libremente a los captores, desearles lo peor sin temor al castigo
Y odiar lo divino, y odiar también al odio, y al odio del odio
Y ahi justo,  dar la vuelta y aparecer por el otro lado
Por el del amor… y amar al rojo vivo,
amar de la única manera posible de amar

Creer en la opción terrenal como única salvación posible
Creer profundamente en que todo puede ser mejor
Creer en que todo puede cambiar
Creer en que nada cambiará si no tiene que cambiar
Creer en que el año pronto cambiará
Creer en esa perversa conjunción astrológica (más astro que lógica)
Creer en esta convención humana mundial que hace que la energía cambie
Creer hasta el hastío
Crecer

lunes, 7 de julio de 2014

El rio y sus márgenes



                                   

:-¿Y el rio?               :-Testigo habitual
         :-Y él,  ¿rió?                          :-Si; a carcajadas burlonas
         :-¿Y ella?                                             :-No; jamás mostró esa carta
Y  los demás, rieron tan fuerte que sus carcajadas resonaron huecas en unas paredes endebles, y tambaleándose  satisfechos por la  fortaleza, creyeron que  multiplicaban panes y peces
¿Y ustedes?
¿Nosotros?
Sí, Ustedes
Nosotros, viajando lejos hacia un mar que hoy nos parece cada vez más distante
Nosotros, trepándonos a los techos para salvarnos del alud que viene bajando

Nosotros, los menos, los derrotados, agitando nuestras banderas  cada vez mas deshilachadas;  cada vez más orgullosas de las batallas libradas
Nosotros mirando el rio pasar,
                      mirando pasar tanta magia, 
                              mirándonos  de frente a  nuestros ojos vidriosos,
Y mirando pasar también tanta  mugre que arrojaron a este rio que sigue pasando hermoso, y pasará                                                                                                                                    pasará
               pasará                                                                                                       pasará
                           pasará                                                                             pasará
                                          pasará                                                pasará
                                                       pasará                     pasará


                                                                    
  Paz



Otoño



Mañanas frescas, campestres. Tardecitas soleadas, materas. Ocres y amarillos y rojos y marrones dilatan las pupilas de este señor que no deja de mirar a un otoño que cayó como la lluvia, como el colchón de hojas que pisan sus zapatos de piel (y todo lo demás también.)
  Y entonces el señor sube a un bondi con su mirada más otoñal que el año, y con ese tembleque en su mano que sostiene la sube con fuerza. Y la otra, la izquierda, la boba, en el bolsillo, guardada como su ideología. Y este señor va. A ningún lado pero va.
Y sin embargo va.
Por sobre todo, va.
Sin sentido. Sin sentirlo, pero va.
Llegará la noche seguramente y el frío (de otoño en los huesos) vendrá con ella y ella no vendrá y el señor entonces estará lejos. Tan lejos que ni la misma muerte lo alcanzaría. Lejos de sí. Lejos de no. Lejísimo (Cielo en blanco, enorme, lejísimo.)
(Dios es una máquina de humo) piensa recurrentemente y se detiene en una esquina que no dobla. Y la piel seca y escamada y sedienta
y la tinitis que atormenta
y la alitosis que ahuyenta
y chicles con sabor a fruta.Soy un hijo de mil putas piensa, no caben dudas.
Y amanecerá por alguna ruta, o quizás por un cabaret. No lo sabe todavía. Ni lo sabrá, Pero sucerderá seguramente como suceden las cosas, la vida sucede así.
Y la mañana llegará húmeda y oliendo a café con leche. Y estará en su casa tal vez, o en algún rincón de este mundo al que llamará así.
Y suspirará su soledad,
y suspirará su verguenza,
y sus pecados suspirará.
Suspirará despacio y todo volverá a empezar.

martes, 11 de febrero de 2014

Circulos



Como todas las cosas que cuando se pasan de un punto, dan la vuelta y aparecen por el otro lado, volví a comprobar anoche esta verdad irrefutable en la tristeza de un llanto desconsolado.
Cuando no alcanzan los ojos para expulsar la congoja que nos invade y se comprometen más órganos en este acto primitivamente humano, es cuando se emparenta notablemente con su prima hermana la risa. Las interjecciones sonoras, las contracciones de los músculos de la cara y toda la actitud física en general,  se acercan a ese mismo estado que produce una  risa descontrolada. En esa carcajada sincera que salta de golpe y se prolonga en el tiempo más allá de nuestra voluntad hay un siniestro parentesco con el llanto provenido del extremo dolor. Su efecto catártico en común las hace tocarse diabólicamente.
Mientras expulso esta angustia contenida por meses con todos los medios físicos que están a mi alcance, recuerdo a esos militantes que (como bien ha dicho la Sra. Presidenta en estos días) de tan de izquierda, dan la vuelta y aparecen por el otro lado, por el lado más de derecha del espectro político luciendo  boina y remera que los identifica falsamente con una ideología que está hecha de aire.
La derrota es dura, pero más dura será la conciencia de los que al leer (inevitablemente) estas líneas, vean reflejada su propia mierda en ellas.
Pronto volverá a ser la risa la que me libere de la opresión; por el momento los ojos nublados no me permiten proseguir con