viernes, 11 de marzo de 2011

1 Caos

La solemnidad, hipócrita la mayoría de las veces, se retira galante caminando sobre las ruinas de una ciudad devastada.
Todo está deshecho. Todo por hacer.
Dios nuevamente no tuvo piedad y desató aquí una catástrofe que jamás ojo humano había percibido antes.
Donde había vida, hay despojos. Se cambió esperanza por escombro. Cuerpos rotos, sueños rotos. Montañas de ruinas. Pasado pisado; pisoteado.
Todo es como un gran cementerio que se ha derrumbado.
La paleta se ha vuelto ocre, gris. Los perfumes mutaron a olores, a lo sumo aromas. El aire espeso, la vista turbia.
Todo nuevo. Conocidamente nuevo. Familiarmente nuevo.
La desafiante y deliciosa propuesta de armar nuevamente el laberinto que se rompió. Juntar las partes disueltas en la sangre. Extraerles el alma. Filtrarlas, estudiarlas, dializarlas.
No será nada fácil pensar el carnaval en invierno.
Yo sé que entre tanto desastre, la belleza se esconde. En medio de esta devastación absurda, tiene que estar ahí. Debe estar ahí. Habrá que buscarla, y encontrarla.

Tomarle la mano, darle refugio.

Cuidarla.

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