viernes, 11 de diciembre de 2009

Pus


La muerte se anidó un poquito en mi alma el Domingo pasado. Con cariño me amortajó.

Mi sangre hirvió encerrada en piel hasta que por fin se abrió la herida. Entonces salió furiosa, morada.

El alivio de cortar sobre la herida que se infectó, y que hay que abrir para que salga todo lo que está podrido. Y se vuelve a infectar. Se hincha. Se llena de pus. Duele mucho, cada vez más. No se calma con otra incisión. ¿Habrá comenzado a gangrenarse? ¿Amputación?

Necesitaré un alma ortopédica. Prótesis de alma. Alma sintética. Ciberalma otra vez, y justamente una red (y volvemos al pez que se escapa)

Buscar las respuestas ahí adonde se encuentran sin un por qué. Buscar desesperado con la aterradora certeza que no habrá nada que calme el dolor.

No hay respuesta posible.

La infección aún está ahí. ¿Antibióticos?

Necesitaría un millón de dosis para salir de este nido de ratas.


08/12

1 comentario:

  1. Maestro.

    Con que placer descubro tus palabras desprendidas en el mar de la red... con que emocion leo tus pensamientos... con cuanta memoria hago honor a tus enseñamientos... cuanto profundamente y lejos voy a llevar para siempre tu mensaje por el mundo... cuanto te quiero!!!

    Matu.

    ResponderEliminar