jueves, 2 de septiembre de 2010

Otra vez sopa

Reconcentrado en un plato de sopa de verduras y fideos "ave maría", reflexiono sobre la extraña relación que existe entre el sabor de las cosas y la angustia. Hundido en mis cavilaciones tanto como en este brebaje humeante, no me perturba nada. Nada me quita de allí. Los pensamientos flotando en esta emulsión de sabores, olores y cromas (decía un electricista exquisito en el uso de la verba)
Por otra parte (y es una obviedad) siempre preferí las municiones a los ave maría. Por eso, el cura que me confesó por última vez, recibió un persdigonazo en la gamba cuando me exigió que rece tres ave maría por mis pensamientos siempre vagos, siempre pecaminosos, siempre pensamientos, siempre... ¡Ud. no tiene un cabello de ángel! exclamo el prelado, y le tiré con unas letras que escribía por entonces, y claro, me excomulgó de ese lugar. Y me fuí silbando bajito de ahí, calculo que algo blasfemo.
Después de eso, decidí dejarme crecer el mostachol como el nono, para disimular y que no me encuentre ese señor, reprimido y transgresor. Y salí entonces del nido de mis viejos pensando que era la sagna; y no era más que vida. Me arranqué el moño de un tirón pensando que era un campeón, y era solo vida.

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